Capilla Sacramental

En 1711, a iniciativa de los marqueses de Cabriñana y Cela así como con el oportuno beneplácito del párroco Feliciano Mateos, comienza a labrarse una Capilla Sacramental situada en un espacio de planta cuadrangular junto a la puerta principal de acceso a la Parroquia de los Mártires. En ella se unirán dos de las principales devociones auspiciadas por la Reforma Católica y desarrolladas a través de los acuerdos y cánones establecidos por el estamento eclesiástico en el Concilio de Trento: la concepcionista y la eucarística. A tal efecto, se construyó en el testero principal un retablo de madera tallada y dorada en cuyo centro se abriría un nicho para que estuviese presidido por una imagen de la Inmaculada Concepción, posiblemente propiedad de la Esclavitud del Santísimo Sacramento, hermandad filial de la Cofradía Sacramental fundada en 1645. Igualmente contaba la capilla con sacristía propia, situada tras el retablo, cuyos muros perimetrales lindaban con el cementerio parroquial.

En 1713, Andrés Natera-Salvatierra y Prado, hermano de la Sacramental de Los Mártires, Caballero de la Orden de Calatrava, Capitán de Caballos Coraza y miembro de una destacada familia noble de Málaga de procedencia torroxeña, recoge en acta notarial su compromiso para sufragar la edificación y los costes de dicho retablo. Este gesto le vale el reconocimiento del Obispo de Málaga, Diego de Toro y Villalobos, quien, a través de los hermanos mayores de la Cofradía Sacramental, le ofrece el patronazgo y mayordomía de la citada corporación, que es aceptado, obteniendo en propiedad la capilla. En 1724, el propio Natera-Salvatierra heredará la posesión de otra más, la hasta entonces consagrada a santa Bárbara propiedad de sus abuelos maternos, contigua a la anterior y situada la primera del lado del Evangelio, en los pies de la iglesia, entre la torre-campanario y el acceso lateral a la parroquia. Manteniendo un arco de acceso de estética similar a los existentes en el resto de las capillas, en su centro descollaría el escudo nobiliario de la familia patrocinadora en el que destacan las alusiones heroicas y honoríficas conseguidas a lo largo de su carrera militar.

La actual Capilla de la Archicofradía es aquella misma ubicada a los pies de la nave del Evangelio junto al nártex, sufragada en 1713 a iniciativa de Andrés Natera-Salvatierra, hermano de la Cofradía del Santísimo Sacramento para ejercer de espacio de adoración sacramental. La reordenación y ampliación espacial del templo parroquial, a finales del siglo XVIII, convirtiéndose de por sí en una monumental capilla sacramental, hizo que variase el contenido y significado primitivo de este espacio, sin que se conozcan aún las devociones que contenía hasta bien entrado el siglo XX.

De hecho, no sería hasta la década de 1920 cuando el empresario granadino Francisco Olmedo Villalobos, propietario de una conocida industria textil, sufrague la construcción en la antigua Capilla Sacramental de dicho templo de un retablo conformado por dos grandes estípites y entablamento corrido. Desde finales del siglo XVIII en que se consagra el actual templo, hasta principios del XX en que toma posesión del recinto la Hermandad de los granadinos, desconocemos el uso dado a este mismo espacio, siempre ubicado a los pies del templo en la nave del Evangelio. Bajo esta nueva etapa, en la hornacina central de su flamante retablo se dispondría una lograda copia vicaria de la Virgen de las Angustias, Patrona de Granada, ejecutada al efecto por José Navas-Parejo Pérez en 1924.  Así, conseguido los oportunos plácets y siguiendo a muy grandes rasgos el modelo del conjunto marmóreo que preside la Basílica granadina, fue diseñada y tallada dicha estructura en madera, entonándose al óleo para simular las calidades jaspeadas de la piedra que, salvando las lógicas distancias, resultaran más inequívocamente evocadoras de aquel. Tanto las trazas como la factura de este retablo permanecen aún anónimas, existiendo posibles pistas que habrán de ser contrastadas debidamente y que no hacen desdeñable atribuirlo, por pura lógica, al propio taller de Navas-Parejo.

 Así se mantiene el recinto hasta los luctuosos sucesos de 1931 y 1936, cuando la Iglesia es totalmente saqueada. Precisamente, este mismo industrial sufragará en gran parte las obras de restauración de la Capilla Mayor, gesto que le valió el traslado de la imagen de la Virgen de las Angustias hasta el Camarín de la misma, desplazando incluso a los Santos Patronos en ese lugar hasta el año 2000. Desde aquel momento, y a lo largo de los años cuarenta, la actual Capilla de Pasión será ocupada por el grupo escultórico de la Piedad, titular de la Hermandad del mismo nombre, toda vez que la corporación a la que pertenece se reorganiza en Los Mártires tras quedar en ruinas su anterior sede canónica, la iglesia de la Merced. Finalmente, y a raíz del traslado de la Hermandad de la Piedad a la Capilla de la Cruz del Molinillo, en 1952 la Cofradía de Jesús de la Pasión adquiere en propiedad la antigua Capilla Sacramental, como consta en las actas de Junta de Gobierno y en el Archivo Parroquial.

Además de abonar una cuantía económica para ocupar dicho espacio e incorporarlo a su patrimonio, la Cofradía de Pasión hubo de contribuir a las obras de restauración de la torre-campanario anexa, sufragando el coste acarreado por la construcción de diferentes aulas en las que poder albergar las escuelas parroquiales allí ubicadas, en consonancia con una red de centros educativos tutelados por el Obispado muy en auge en la década de los años 50.

En cuanto al retablo, sufrió una transformación visual que bien pudo iniciarse tras la obras de reconstrucción del Templo ya que los antiguos “falsos” de mármol y jaspe son ahora barnizados en tonalidades oscuras mientras que los golpes de talla se entonan con pintura industrial dorada, embruteciéndose sensiblemente su aspecto. El camarín central mantiene su planta pero se cierra con un cortinaje que pende de un falso cascarón de escayola, perdiéndose la anterior decoración vegetal que no debía ser tampoco de gran valor artístico.

Con ese aspecto se mantiene el recinto hasta que en 1983, coincidiendo con el 50º aniversario de la fundación de la Cofradía, se proceda a aplicar un ambicioso programa de restauración que va a dotar a la Capilla del aspecto actual. En estos momentos se procede a desarrollar un ambicioso programa de restauración consistente en la resanación de la estructura lignaria del retablo, ampliación del banco y la embocadura del camarín y renovación de la peina superior con nuevas tallas, dorándose y policromándose todo el conjunto en el taller hispalense de Antonio Díaz. Asimismo, se abrieron dos vanos laterales y se dispuso una solería de mármol ajedrezado en blanco y gris. Igualmente, se renovó la instalación eléctrica y se realizó la cubrición de la trascapilla siguiendo un modelo historicista de corte mudéjar. También se creó un transparente en el muro de cerramiento del recinto, con una vidriera donde figura representado el gran ostensorio procesional de la Parroquia de Los Mártires junto al lema EL PAN DE NUESTRA VIDA.