MENSAJE DE NAVIDAD DEL OBISPO DE MÁLAGA
MONS. JESÚS CATALÁ
NAVIDAD 2018
La Navidad es un intercambio maravilloso entre Dios y el hombre. Dios todopoderoso y transcendente se acerca al hombre, criatura limitada y pobre. En un breve relato el escritor ruso León Tolstoi narra que había un rey que pidió a sus sabios que le mostraran cómo era Dios. Como los sabios no fueron capaces, un pastor se ofreció para realizar esa tarea y le dijo al rey que sus ojos no eran capaces de ver a Dios.
Pero el rey quiso saber al menos qué es lo que hacía Dios. El pastor respondió que para ello era necesario intercambiarse sus vestidos. Con recelo, pero con curiosidad el rey accedió y entregó sus vestiduras reales al pastor y él se vistió con la ropa sencilla de ese pobre hombre. Y en ese momento encontró la respuesta, cayendo en la cuenta: Esto es lo que hace Dios (cf. Benedicto XVI, Homilía en la Misa crismal. Vaticano, 5 abril 2007).
En la Navidad celebramos el maravilloso intercambio: el Hijo de Dios «se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos» (Flp 2,6). Como dicen los santos Padres, Dios realizó el admirable y sagrado intercambio: asumió nuestra pobreza. Cristo se ha puesto nuestros vestidos: la fragilidad, el dolor y la alegría de ser hombre, el hambre, la sed, el cansancio, las esperanzas y las desilusiones, todas nuestras angustias, incluso el miedo a la muerte.
Y él nos ha regalado sus “vestidos”, para que nosotros pudiéramos recibir su riqueza y ser hijos adoptivos suyos. Eso es precisamente lo que sucede en el bautismo: somos revestidos de Cristo; él nos da sus vestidos y nos transforma. San Pablo usa la imagen del vestido: «Todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo» (Gal 3,27).
La filiación divina se nos regala en el bautismo. Significa que entramos en una comunión existencial con él, en la que su ser y el nuestro confluyen y se compenetran: «Ya no soy yo quien vivo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20).
¡Alegrémonos por este maravilloso intercambio! Esta es la mejor lotería de Navidad que nos pueda tocar.
Deseo agradecer a tantos voluntarios que se acercan a los más necesitados para cambiar sus vestidos de pobreza en vestidos de alegría y de fiesta. El Niño nacido en Belén, con su ejemplo, nos invita a ello.
¡Feliz Navidad a todos!