“El mes de mayo es el mes más sonriente del año. La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, serena los rostros pensativos y eleva a visiones de bondad, de misericordia y de confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados”.

Beato Juan XXIII

Los cristianos han tenido la necesidad de hacerse entender desde los gestos más sencillos y simples hacía María desde tiempo inmemorial. Toman de los paganos que celebran con ofrendas de flores la celebración de la primavera, de la renovación de la naturaleza y lo encarnan en María, madre de la Iglesia y madre nuestra. En el medievo se establecen las celebraciones relacionadas con el cambio de estación, pero hasta el siglo XVII no se establecen los treinta días de ejercicios espirituales dedicados a la Santísima Virgen en honor a su belleza y pureza. Es más reciente en nuestra historia que se establezca dentro de la Iglesia, que sea mayo, coincidiendo con el inicio de la Pascua de Resurrección y coincidiendo también con la celebración de advocaciones marianas de Glorias como la aparición de las vírgenes de Fátima, de Guadalupe o María Auxiliadora de la devoción salesiana.

Este año como nos indicaba el Santo Padre, Francisco, ha sido un mes de mayo especialmente volcado en la oración del rosario y la contemplación del rostro de María en familia. Debido al estado de cuarentena en el que nos encontramos, el rezo nos mueve a acercarnos a Ella con flores desde nuestros corazones, pétalos blancos orlados de rocío que nos recuerdan las lágrimas de nuestra Madre. Los hermanos y hermanas de Pasión no han querido faltar a su cita anual con la Patrona de Málaga, y ante el cancel de la Basílica se depositaba el centro de flores blancas con las peticiones y agradecimientos por nuestros hermanos en esta triste circunstancia. Al igual que también se ha elevado una plegaria, desde el recogimiento gozoso, por los romeros que debían partir hacía Almonte y no han podido realizar su peregrinaje.

“Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza”.