El Solemne Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús de la Pasión finalizó tras la Función Principal del pasado Domingo de Pasión. Durante dicha celebración se les imponía la medalla conmemorativa a aquellos hermanos que este año cumplían 50 años de pertenencia ininterrumpida a la Archicofradía.

Del mismo modo, durante el tradicional almuerzo de hermandad del Domingo de Pasión nuestra hermana Soledad Rodríguez Arjona fue reconocida como «Cofrade Ejemplar 2019» por su trayectoria al servicio de nuestra hermandad.

El predicador del Quinario N.H.D. Andrés Francisco Pérez González, durante estos días nos encaminó en los misterios de la Pasión de Ntro Señor Jesucristo. He aquí una breve reseña de todo lo expresado durante estas memorables jornadas:

«La Cuaresma es una llamada de Dios a la conversión, y la liturgia nos va encaminando e introduciendo poco a poco, y progresivamente, en los misterios de la Pasión del Señor. Para ello, en la cuarta semana de Cuaresma es el evangelista san Juan quien nos ayuda a profundizar en estos misterios.

El primer día de nuestro Quinario, con la lectura de Jn 5,1-3.5-16 y apoyados en la imagen del agua que manaba del templo que Ezequiel nos presenta 47,1-9.12, descubrimos que Jesús, Palabra de Dios, es agua viva que da la vida, que sana, que salva, que ha venido para que nuestra vida pase de ser un desierto árido y seco a ser un vergel de vida que da los frutos que Dios quiere. Ante este torrente de gracia y de salvación, nosotros hemos de abrir nuestra vida para que podamos quedar sanos, porque Jesús también nos dice a nosotros cada día como al paralítico del evangelio «¿quieres quedar sano?» (Jn 5,6). ¿De qué tenemos que sanarnos? ¿De qué quiere salvarnos nuestro Jesús de la Pasión?

El segundo día continuamos con la lectura del capítulo 5 de evangelio de san Juan (Jn 5,17-30). En sus disputas con los judíos, Jesús va manifestando su identidad. Él es el Hijo de Dios que ha venido para que tengamos vida, y vida eterna. Jesús quiere darnos vida de verdad. Él nos ilumina el camino para que podamos llegar a disfrutar de la luz de la vida, que solamente él nos puede dar. Por eso, la Cuaresma es tiempo para escuchar al Hijo de Dios, para obedecer a su voluntad sobre nosotros, porque ahí es donde encontramos la felicidad y la autoridad necesaria para predicar aquello que creemos. Contamos, para ello, con la ternura del Dios que es clemente y misericordioso, como nos recuerda el salmo 144.

El tercer día del Quinario a Jesús de la Pasión, contemplábamos cómo Jesús seguía siendo rechazado por los judíos y cómo Jesús denunciaba esa injusticia y las anunciaba las consecuencias que ello tenía. Alejarnos de Jesús nos puede llevar a perder la dignidad, a caer en la oscuridad de la vida. El Señor nos invita al arrepentimiento, como él se arrepintió de su pensamiento de destruir al pueblo, que nos narraba la primera lectura (Ex 32,7-14). Del mismo modo que el pueblo de Israel tuvo la intercesión de Moisés, por nosotros intercede Jesús de la Pasión, cuya vida es testimonio para nuestra esperanza y para la vida.

En el cuarto día de Quinario, cambiábamos de capítulo en esa lectura del evangelio de san Juan que nos ha acompañado. En él (17,1-2.10.25-30) se nos presentaba a Jesús perseguido por lo judíos para matarlo. Su vida, sus palabras, sus hechos, son una denuncia de las injusticia de un pueblo que dice seguir a Dios, pero sus obras son bien distintas. Ante esta denuncia, la solución que encuentran es condenar y matar a Jesús. Encarna así el Señor a ese justo perseguido que nos decía la primera lectura del libro de la Sabiduría (2,1a.12-22). ¿Qué camino elegimos nosotros: perseguir y condenar o el camino de Jesús?

El quinto día de nuestro Quinario, el evangelista san Juan nos ponía ante una pregunta: ¿quién ese Jesús para nosotros? (Jn 7,40-53). En ese diálogo en el que se remarca la idea que ellos tenían de Mesías, se nos desvela que el Misterio de Jesús es muy distinto a como pensaban ellos. Por eso Jesús se sale de sus esquemas. El que tienen delante no puede ser el Mesías, porque conocen su procedencia, saben de dónde viene. Por eso lo persiguen. ¿Qué idea tenemos de Jesús? Para saber quién es Jesús, hemos de escucharle, dejar que nos hable, dejar que nos sorprenda, acercarnos a él sin prejuicios ni ideas previas.

Concluíamos nuestros cultos a Jesús de la Pasión, con la solemne Función Principal de Instituto en la que la Palabra de Dios nos volvía a sorprender una vez más. Ante nuestra actitud de juzgar a los demás y de condenarlos, Jesús nos propone el perdón y la misericordia como norma de vida (Jn 8,1-11). Ya puede ser el pecado muy grave, que la respuesta que Jesús da es el amor que se hace perdón, ternura y misericordia. Rompe así Jesús nuestro esquema de vida, porque nos invita a vivir la novedad del evangelio, para relacionarnos con él no desde el miedo, sino desde el amor, la confianza, la fe. Jesús, con su vida nos enseña, entre otras cosas, que «el que esté sin pecado que tire la primera piedra» y que él no nos condena y nos invita a no pecar. Es mucho mejor repartir amor, ternura y misericordia antes que ir tirando piedras. Nuestro Dios tiene una manía, y es que le gusta ser misericordioso.»